jueves, 12 de enero de 2012

el rey es Feo.

“El Rey es feo. ¿Por qué no pueden verlo? Qué feo q se peina. La reina esta muy fea con su vestido azul y aunque se vista de ceda, reina se queda; y es que la tía es fea de cualquier manera”. El último, el de la polla.
Cuando somos chiquitas jugamos a ser princesas o reinas, por supuesto lindas, inteligentes, adineradas y con príncipe azul. ¿Cómo es posible que queramos eso? Hoy veo que las nenas lo siguen haciendo y descubro como causa las mochilas (y todas las cosas que les venden a los padres) de “princesas” que es una puta marca o algo así. En mi época no me acuerdo como fue, pero sí recuerdo que jugaba a serlo y que también al ser princesa tenía poderes mágicos.
Por suerte estamos en un mundo bastante alejado física (aunque no mediáticamente) de las realezas clásicas, por lo que los delirios de los niños son correspondencia de las películas de disney y marcas de cosas, en lugar de admiración y obediencia por “gente real” (ja! es muy gracioso el término). Creo que esto es mucho más nocivo en geografías con estas figuras, sin querer decir que disney no sea nocivo, y sin querer profundizar ni saltearme los mandatos 90 60 90 anoréxicos-huecos, ni la ausencia de apropiación del propio cuerpo.
Lo primero que se me ocurre al escuchar la genial canción  es decirle a esos nenes: “los reyes son feos” como primer paso para explicarles que no solo no tienen nada de admirables, ni siquiera son lindos, sino que además malas personas, frívolas y todo eso que pensamos, que son gente con la cual nunca se van a relacionar porque nos consideran inferiores, mientras son algunos de los responsables de esa asimetría.
Lo segundo es que no son reales, como la gente de la televisión no es real, son personas producidas que sí pueden ser reales el resto del día, pero no al aire. No tienen nada que ver con nosotros y es terrible que uno sepa su nombre y algo de la historia que venden aunque sea. Nos hace mal como personas consumir ficciones degradadas y corrompidas de humanidad que nos impiden conectar con el de al lado, escucharlo, conocerlo y sostener un vínculo reciproco.  Son un producto, con intenciones y plata de por medio; plata que no nos llega, lavado de cabeza que zombiza y nos corrompe impidiendo que sí veamos o conozcamos a “gente real” en contexto y vínculo real.
En medio de todo ese poder y esa perversión, me parece genial decirles “feo” como si uno volviera a ser niño y pudiera elegir no jugar a ser ellos, o como si hubiera podido no escuchar nunca una noticia sobre ellos. Feos, como si no hiciera falta otra explicación al expresar no te elijo.
Y en la traidora ciudad argentina europeizada en la que nací y me crié, donde cotizan tanto esos valores, este blog es un intento de poder llegar a pensar en la belleza latinoamericana como algo robado de nuestro imaginario, pero que existe y se sostiene aunque no la estemos mirando. Belleza de las personas más allá de los paisajes; hermosura de su vínculo con la tierra y sus sembrados; altiplanos, caribes sin luz, gas o agua potable, amazonías impenetrables sin rutas pavimentadas; admiración por su trabajo, por sus hábitos y su sacrificio heredado y en proceso de enseñanza; sillas de plástico cocidas con hilo enserado y relaciones desinteresadas, hospitalarias y preguntonas. Yo siento que nunca voy a terminar de agradecer y agradecerles la posibilidad de conocerlos.
Urgente redefinición de lo lindo, no solo por la obligación con uno mismo de no asimilar cosas sin pensar, o porque la belleza sea otra cosa que la figura de moda, anoréxica silicónica tonta promiscua frívola interesada feminista- buscando al padre de sus hijos, o por lo hermoso de amar al cuerpo en sus diferencias que lo hacen único, sino porque somos otra cosa en tanto no somos tele y en tanto identidad latinoamericana.  Y estaría bueno saber de esa otra cosa y querer conectar. La belleza tiene que conmover, emocionar y activar; como la de la alegría del señor que te convida un fruto de su árbol, la vergüenza de un niño al convidarle un chupetín o darle un dibujo de regalo, los nombres que los pueblos les ponen a sus caimanes, y tantas, tantas historias que uno escucha y se descubre sintiéndose auténtico, admirando o solidarizándose; gente sin rencor y sin nuestra marginalidad; personas que querés abrazar, admirar, agradecer y te rompés la cabeza pensando qué les podés dejar.
Además este será un blog viajero, sobre historias de gentes,  geografías, cuerpos, animales, rutas y caminos  y la admiración-encanto-fascinación-devoción que me provocan. Creo que también es una manera de agradecer la posibilidad de hacerlo, y no me canso de agradecer porque me siento afortunada. Exploración de humanidades para estar más cerca,  porque solo sobre la diferencia se construye algo nuevo y solo lo nuevo supera, soluciona y cicatriza.
Viajar es arriesgarse a lo otro buscando cosas en común para construir, buscar entender lo distinto, y también ser capaces de dejar lo que amamos y nos ha constituido hasta ahora porque confiamos en que va a seguir estando al volver, o al llamar. Porque tanto nos gusta conocer lo extraño, como extrañar lo propio y renacer; confiar en recibir lo mejor, aprender si recibimos lo peor y renacer. Mirar a los ojos, saludar a los ojos desconocidos. Conocer gente, conmoverme y escribir sus historias. Gente de carne y hueso que vive amando su mundo y sus suyos, sin tanto consumo, descartabilidad, enajenación, asfalto y electricidad. Gente no europeizada, que sarmiento nos robó y varios mataron. Y un día escuchar a algún hijo de alguna amiga decir: “el rey es feo”.