HACIENDO LA PAZ
Llegamos a la Paz muy temprano por la mañana, pero aún dormidos, flojitos y
cargados con las mochilas como estábamos, pudimos enamorarnos de ella. Algunos dicen
que está a 4700 y otros a 4200 msnm, en cualquier caso los 4000 son ciertos. Está
rodeada de montañas, áridas, altiplanenses y hay barrios sobre los cerros que
la cercan. En el medio abajo está la plaza de armas, museos y centro histórico,
reina la colorinche arquitectura colonial; hacia arriba las casitas se van tornando
color ladrillo o barro, del mismo que las montañas, es bellísima por donde se
la mire. A esa hora las nubes estaban bajas todavía y uno ve la parte céntrica baja,
las nubes en el medio y la periferia hacia arriba sin nubes. Única, maravillosa.
Se suman las miles de banderas huipalas con el hermoso significado de sus colores
que surgen del rayo solar al descomponerse (rojo por el planeta y expresión del
hombre andino y su desarrollo intelectual, su filosofía cósmica; naranja
por la sociedad y la cultura y
procreación de la especie humana; amarillo por la energía y fuerza; blanco es del tiempo y a
la dialéctica, el desarrollo y la transformación permanente de la ciencia y la tecnología, el arte; verde
dela economía y la producción símbolo de las riquezas naturales; azul por lo
cósmico al infinito; y violeta es la expresión del poder comunitario y armónico
de los andes).
Hay cholas con sus ropas y costumbres tradicionales, los cholos y los niños
de los mismos por todos lados. El resto de las personas aportan una estética entre
chola y vestimenta no occidental muy rara y única a la vista. Hay también miles
de mochileros, que llamamos la atención por la altura, la ropa y los colores de
pelo y piel. En todo momento es obvio que uno no está en su lugar. En todos
lados se consigue yerba y a mejor precio que en argentina. Hay muy pocos
coelctivos urbanos grandes, los más son busetitas o utilitarios tipo partner
que el dueño decide explotar. Los taxis son chiquitos, viejos y automáticos. Sí,
en Bolivia la mayoría de los carros son automáticos, baratísimo y super
destartalados por la geografía en la que los usan y su austeridad extrema que
los lleva a cargarlos a tope para aprovechar todo el espacio.
No es solo que la ciudad sea preciosa, si no el impacto cultural; de todos
los lugares a los que yo he viajado Bolivia fue el único verdaderamente
diferente. Todo el tiempo es todo diferente
a la vista y es duro aprender a hablarles y manejarse con ellos. Son muy testarudos y de pocas palabras, te
quieren o no y que les caigas bien no significa que quieran hablarte o sonreírte.
Hay como cuatro mercados y el principal está sobre la plaza de armas, casi
sobre la catedral, elevado por puentes. Tiene como cuatro niveles. Glorioso y
triunfal sobre toda la arquitectura colonial que pretendió occidentalizar Bolivia.
Los bolivianos casi no fuman y se sospecha que tampoco creen mucho en dios
cristiano. Sí los vimos en iglesias por supuesto, pero como haciendo una
obligación, con la boca torcida o como si nadie tuviese que darse cuenta. También
les preguntamos, claro, pero nos dijeron que si y nos empezaron a estudiar con
la mirada desconfiada.
A la comida salada le falta sal y a los postres azúcar (supongo que eso contribuía
a que no pudiera llenarme), en todos lados hay jugos naturales riquísimos,
sanísimos y baratísimos. A mi se me ocurrió probar uno tradicional de cerveza a
temperatura ambiente, cereales, huevo y todas cosas nutritivas y fue la peor
elección que pude hacer. En todos los mercados se puede comer menus (sopa,
carne/pollo con fideos/arroz y ensalada y algún juguito o té) baratísimos
también. Caminando por la calle se escuchan quechuas, aimaras y miles de otros
idiomas, aunque en la paz hay mayoría aymara. No faltan las cholas que te
hablan en su idioma con sonrisa irónica, felices de ejercer su poder matriarcal
sobre nosotros los invasores.
Toda la ciudad está llena de murales bellísimos sobre emancipación,
integración y libertad. Todos salvo la gente que atiende los hostels nos
trataron de maravilla, a su manera, claro, con sacabocados cada palabra. El primer
problema que tuvimos en la Pax fue en el hostel en el que nos hospedamos en una
habitación para los tres a un precio especial para nosotros y con la promesa de
que si surgía algo más económico nos cambiaban igual que si aparecía alguien
que pudiera pagar más. La idiota que resultó ser la dueña, Pancracia, no
cumplió su palabra y nos cambió a una peor manteniendo el precio. Yo me enojé,
Monk también, reclamamos al estilo argentino y Pancracia, calladita y cabizbaja
al estilo boliviano, nos echó. Más la puteamos para espectáculo de unos
gallegos que miraban divertidísimos y un irlandés super sensible y tierno que
nos quería convencer con la mirada de que no nos enojáramos más.
Al día siguiente volvimos a recorrer todos los hostels buscando alguno
económico con cocina y nos divertimos muchísimo cada vez que me preguntaban de
cuál de los dos era pareja, por si quería compartir cama para abaratar. Mon siempre
quería decir que los tres, yo que adivinaran y Pum nunca supimos donde tenía la
cabeza cuando pasaban esas cosas. Lo único cierto es que andábamos para todos
lados los tres y decíamos con orgullo y para molestar (aunque nadie se
horrorizaba demasiado) tenemos una reputación que mantener.
si, los jugos son lo mas como dice mi charly jaja pero parece que te olvidaste del CHE hecho de alambre, reenorme y bien elaborado...coincido rotundamente que ne bolivia uno siente la presencia de esa identidad arraigada de estar en un paìs orgulloso de sus raìces, allì no hay coca cola eeeeeee!!! y ahora tampoco hay egasa o ninguna otra empresa que recuerden la existencia de la sobrevivencia que se vive producto del saqueo español y demàs....como dirìamos,los bolivianos tienen el poncho bien puesto....algo q debieran aprender "algunos".
ResponderEliminarsiii me gustò esa identidad boliviana.
Un abrazo querida :) soy sil
Muy buen artículo, lo malo que no veo fotos :-(
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